La rosa de cobre

29 marzo 2007

Número 1, mes de abril de 2006

En el número 1 de La rosa de cobre, la ilustración pertenece a Mariel J. López y se titula "Flashback vespertino"


REIVINDICACIÓN de la Noche

Entonces damos vueltas por la noche como si en ella se escondiera el sentido de nuestras almas melancólicas. Y es cierto, en ella lo busco con fruición: en la parsimonia que robo al día evitándolo como un licnobio. La noche nos acoge sin juicios. Es nuestro lugar.
Me detengo, sobre la alfombra, a contemplar, recostado, los movimientos lentos de las ciudades lentas. Me asomo por la ventana, algunos metros más alto que el común de los mortales. Nadie es inmune a los efectos de una buena noche, con todos los artificios y mil nenúfares dispersos en la cama deshecha.
Puedo asegurar que necesitamos de ella como de una bella fotografía. La noche es un puño, unas uñas nuevecitas, una mano abierta, la plexomanía.
En la búsqueda de aquel poema azul que los sintetice a todos en la nebulosa vibrante de una palabra, podemos abusarnos de la noche. Ofrece silencio. Muy importante: silencio. Ofrece parsimonia para ver más claramente. No hablo de una poesía cerebral, sino de una completa consciencia de los actos inconscientes de la vorágine del día. Pues eso es lo que buscamos: una poesía de caricias delicadas, no de manotazos. Dejemos al azar sólo las interpretaciones.
No les hablo desde la soberbia. Me hago cargo de cada palabra puesta aquí. Soy consciente de mis mil falencias y ¡diantre! mis errores. Tantos: el vivir de día, el quitarle a cada noche tres o cuatro horas. Oh, manto de cenizas, os conjuro, os entrego mis almas.
Hablo en plural. Debo aclarar que no conozco a mis compañeros de noche. Sin embargo, somos tantos los que rehuímos del sol, los que veraneamos en Helsinki. Ya saben, mis desconocidos, hay que producir en la parsimonia post atardecer, con fruición, ansiosos de acabar antes de que cante el primero de los pájaros.
Dejo un azahar para las interpretaciones.
Gonzalo Córdoba





estallan los girasoles de Van Gogh
cayendo a los pies de Girondo
quien sale despedido, volando
al mismísimo centro del sol.
Juan Montaño



Noche o el libro de la mosca

Leo.
Y mientras leo.
Ni siquiera parpadeo.
Una mosca pasa
y se posa sobre el vaso de leche.
Ni siquiera parpadeo.
Otra mosca se posa sobre blanco.
Y también la leo.
Juan Montaño



Respiración artificial

Un asceta vive en mí:
vive y respira conmigo.

Y aspira un imposible tú.
Juan Montaño



Tres gotas de sal
caen y dicen esto:
"Fuimos ese mar
de mirar quedo
por eso, siempre
volvemos al sur
silbando vientos".
Juan Montaño





Insomnio

I

Porque entonces vendría la noche
a calmar las brutas ansiedades,
los diarios afanes.
Igualando con rasero idealizado:
a los muertos y a los vivos
a los pobres y a los ricos
al feliz y al desdichado,
el sueño, entonces la calma
traería, a la cuitada alma;
el sereno a la fausta ambición
y el reposo al miembro fatigado.

II

Entonces, llega y se va,
en silencio febril,
en voces cercanas, lejanas
olvidadas; que viven
entre las indescriptibles sombras.
Que asaltan desde ciegos ojos
en murmullos sordos
y en estridentes,
agudos gritos,
apenas susurrados.

III

Mas es cierto,
que la nocturna actividad
la despiadada tranquilidad;
no podrán soportar
la dulce llegada del alba
la aura, el color y la paz.
Mariano Arrigoni



Las estrellas de la noche
en el día asomaron
dejando lo que no se sabe
porqué o adónde irá.
En ese instante de fusión:
la nada es todo,
se es y no se es,
los recuerdos como torbellinos
la queja de la vida,
arrancarte podrán.
He aquí un momento
cargado de un canto mágico,
el gotear de un grifo
que la vida deja escapar:
lentamente la noche llega,
el día y la vida se van.
Mariano Arrigoni





Cae la noche
como un manto de cenizas
sobre el césped mojado
las estrellas cual agujeros que me permiten ver
un más allá
tan difícil de interpretar como el césped mojado
bajo un manto de cenizas crematorias.

Ese alguien espera un mensaje
refucilo
con los odios bien abiertos
en plan de captar aquella música celestial
encantadora como la del flautista
aquella música celestial arúspice de mis entrañas
henchidas de angustia y ansiedad
uñas y rencores
entrañas como espejos enfrentados
que se pronuncian por la castidad involuntaria.

Yo soy ese alguien que espera un mensaje
yo soy el que convoca a los cuervos
que caen
como un manto de cenizas
sobre el césped mojado
y los agujeros que me permiten ver un más allá esplendente
es el sol tras las aves negras.
Gonzalo Córdoba